La sociedad se encuentra en un contexto donde el vestir transgrede la necesidad y se centra en una búsqueda exhaustiva en la elección de lo único y diferente. El mundo de la moda ha creado un potente mercado que ha conseguido extender sus tentáculos a nivel mundial. De ésta externalización se han creado estándares y prototipos de belleza en los que la población, en su mayoría, ha adoptado como propios. El resultado es la homogeneización de la estética, una estética carente de discurso. En este punto, la cuestión resulta evidente ¿hay elección más allá de la moda rápida y las grandes tendencias?